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Piraña mexicana

Proceso (11-May-2008)

 
 

La piraña mexicana es miembro de la familia de peces omnívoros que suelen nadar en un grupo de 20 o más, conocido como la Conago. El nombre “piraña” proviene del vocablo tupí pirá (pez) y ánha (demonio). Ese pez-demonio suele encontrarse en los gobiernos estatales de la República Mexicana y es famoso por su apetito voraz, ya que devora todo lo que encuentra a su paso. Incluye especies veracruzanas, oaxaqueñas y tabasqueñas, entre otras. Cuando la piraña mexicana ataca, lo hace con tal ferocidad que devora el presupuesto público y los excedentes petroleros en un solo sexenio. Las pirañas adultas son capaces de comerse cualquier cosa y son notablemente agresivas; incluso se les ha oído mentar madres a sus adversarios, como en el caso reciente del jalisciense Emilecus Gonzalezsalmus Marquezpanista.


La mayor parte de las pirañas pertenecen a la familia del PRI, pero a partir de la década de los ochenta han surgido variantes panistas a lo largo del país. Un estudio taxonómico reciente –realizado por la Auditoría Superior de la Federación– revela el surgimiento de dientes especializados en numerosas gubernaturas. El “Informe reciente del resultado de la revisión y fiscalización de la Cuenta Pública 2006” sugiere que la distribución de pirañas se ha vuelto cada vez más uniforme. Aunque algunos analistas todavía clasifican a las pirañas como un pez exclusivamente filopriista, el hecho es que hoy se reproduce velozmente en los estuarios del PAN y tiene una presencia geográfica amplia. En las últimas semanas, una piraña panista devoró 90 millones de pesos del presupuesto local en el Santuario de los Mártires.


Las pirañas mexicanas se han vuelto famosas a nivel mundial por sus dientes afilados y la eficacia digestiva que han demostrado. Tienen la capacidad de devorar los recursos federales enviados a los estados –mediante el Ramo 33– con una velocidad asombrosa. Logran hacerlo a través de pagos indebidos a personal no localizable, dado de baja o con licencia de goce de sueldo; erogaciones con fines distintos a los autorizados por la ley, recursos destinados sin justificación, pagos en exceso o indebidos –por concepto de ISR, por ejemplo–, compras innecesarias, obras y acciones que no atienden a la población en pobreza extrema aunque para ello se programan, adquisiciones y adjudicaciones de contratos fuera de norma, obras terminadas que no se encuentran en operación, falta de documentación probatoria, mala calidad de los materiales en la ejecución de las obras, pagos anticipados a proveedores sin recibir cuentas o servicios, entre tantas prácticas más.


Aunque la mayor concentración de pirañas se encuentra en la zona sur del país, algunas han sido descubiertas en estados de la zona centro. Se especula que han comenzado a emigrar debido al clima cada vez más favorable para su especie. En el caso de Jalisco, la piraña mexicana ha inaugurado una forma de comportamiento asociada con la región geográfica, que incluye devorar el presupuesto estatal mediante el pago de telenovelas como Las tontas no van al cielo y el financiamiento de Espacio 2007. Actualmente se están realizando investigaciones para determinar cómo las pirañas han logrado desplazarse a sitios tan lejanos de su hábitat natural. Algunos especialistas sugieren que su esparcimiento y proliferación se debe a una política deliberada de Los Pinos, promovida por el protector de especies depredadoras del panismo, Germán Martínez.


En términos ecológicos, las pirañas son componentes importantes de su ambiente nativo. Algunas especies son cada vez más abundantes y tienden a multiplicarse, privando a los habitantes de los lugares donde viven de los derechos y las garantías que se merecen. Su presencia creciente revela mucho acerca de la dinámica del “autoritarismo subnacional” y de cómo funciona. A pesar de su naturaleza depredadora, la pirañas provincianas –como Ulises Ruiz, Mario Marín o Emilio González Márquez– sobreviven porque desempeñan funciones necesarias para el poder central: el mantenimiento del orden político, la provisión de votos en cada temporada electoral, la persecución de líderes guerrilleros –en el caso de Oaxaca– y otras actividades de control indispensables, tanto para el PRI como para el PAN. La piraña es clasificada como una especie que caza en grupos grandes, y usa esa estrategia como mecanismo de defensa ante sus enemigos naturales.
El comportamiento grupal de la piraña mexicana explica por qué hay tan pocas presiones para la democratización subnacional, en los ríos de la política mexicana. Las peores pirañas no son contenidas o atrapadas o domesticadas porque desde la perspectiva de Los Pinos o del PRI son miembros importantes de su coalición gobernante. Por un lado, devoran el presupuesto, pero por el otro aseguran votantes y controlan legisladores. Por un lado, se comen recursos públicos, pero por el otro garantizan votos en el Congreso. Manipulan votos, desvían fondos federales, fomentan el fraude, promueven el “turismo religioso”, cooptan e intimidan, pero también nadan con la corriente del partido. Encienden la maquinaria electoral en cada contienda local.


Por ello, los costos percibidos de combatir a las pirañas perniciosas son más altos que los beneficios que proveen. Los costos de erradicación de la especie espeluznante son más elevados que los beneficios de la asociación con sus miembros. Esa es la razón por la cual el PAN defiende a su piraña jalisciense, y el PRI defiende a todas las demás. Irónicamente, entonces, la competencia partidista a escala nacional crea incentivos para las estrategias autoritarias a nivel estatal, como argumenta Edward Gibson en el artículo Boundary Control: Subnational Authoritarianism in Democratic Countries.


Pero lo más preocupante de la permisividad que el país muestra con respecto a sus pirañas es que comen más conforme envejecen y aumentan de tamaño. Allí están los gobernadores del PRI exigiendo aprobar una reforma energética que garantice mayores ingresos a sus entidades. Allí está Beatriz Paredes diciendo: “Los gobernadores saben las dificultades que enfrenta Pemex, pero al mismo tiempo exigen garantías presupuestales”. Allí están las pirañas mexicanas demandando un cambio en las reglas de la Sedesol para que los gobiernos locales puedan gastar una porción cada vez más grande de los recursos federales. Y allí están los resultados: Entre 2003 y 2007 los gobernadores recibieron miles de millones de pesos producto de los excedentes petroleros y se los comieron ávidamente sin dejar ni un hueso atrás. Engordaron a los miembros de su especie pero adelgazaron a millones de mexicanos.

 

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